La cantante habló con Vogue Australia sobre el recibimiento del público por su quinto álbum que no fue lo que esperaba y la llevó a una búsqueda espiritual seria.
“Tuve ataques de depresión situacional y mi corazón estuvo roto el año pasado porque, sin saberlo, puse mucha validez en la reacción del público y ellos no reaccionaron de la forma en que esperaba”, dijo Perry a la revista.
La baja llevó a Katy a buscar ayudar y consuelo en el Hoffman Institute en San Rafael, California donde se sintió recargada y re-energizada además de sugerir a sus amigos el lugar cuando lo necesiten: “Esencialmente y metafóricamente, todos somos computadoras y a veces adoptamos estos virus a través de nuestros padres o la naturaleza que nos dan o no al crecer. Estas tendencias tóxicas pueden empezar a aparecer en nuestro comportamiento, nuestros patrones adultos y en nuestras relaciones”.
También admitió que fue clave llegar a la conclusión que no necesita estar en su peor momento para ser una cantante y compositora exitosa: “La más grande mentira que nos han vendido es que, como artistas, tenemos que sufrir para crear”.
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