El chico indie favorito por excelencia lanzó su último trabajo discográfico, “Here Comes The Cowboy“, el sexto de su discografía.
El canadiense nos brindó algo inesperado en su discografía con su anteúltimo trabajo hace ya dos años. “This Old Dog“(2017) significó el relegar de una de sus marcas registradas: su 1992 Squier Stratocaster. Así dio lugar a un sonido más folk/soft rock, amalgamándolo a su clara tónica lo-fi y pop, con una mayor tendencia al intimismo y la reflexión. Con este nuevo lanzamiento, Mac se adentra aun más de lleno por este sendero.
“HCTC” no es precisamente un disco “cowboy“: no constituye un alter-ego, mucho menos incursiona en la música country. Según Mac, “cowboy/cowgirl” es como suelen llamarse entre él y sus allegados. Desde esta perspectiva de camaradería y cercanía, DeMarco nos presenta este LP.
Lo más próximo al concepto común del término —cowboy— aparece al final de su extremadamente largo “Baby Bye Bye” —el track de cierre. Donde con su clásico humor Mac nos grita algunos “yeehaw”. Humor que está presente desde su apertura, en el vago “Here Comes The Cowboy“: tres minutos clavados de una simple instrumentación con las palabras que dan nombre a este disco repetidas como un mantra. Le sigue “Nobody“—primer sencillo extraído del álbum— que parece no haber merecido un lugar en “Old Dog”, pero sí encontró su hueco aquí.
Su producción es bien minimalista, árida, carente casi totalmente de relieves. Así lo demuestra en “K“—compuesta para Kiera, su pareja— y —la reminiscente a “Dear Prudence” de Los Fab Four— “Skyless Moon“. “All of Our Yesterdays” y “Finally Alone” recapturan a aquel DeMarco que nos supo conquistar ya hace casi diez años, pero ahora con escasas intromisiones eléctricas.
Su devoción por el sonido clásico de los 70, gloriosamente reivindicado por el músico, sigue siendo una constante. “On The Square” (una balada de piano bien dispuesta a lo Todd Rundgren), conforma los escasos momentos sobresalientes del álbum.
Ritmos aletargados y una atmósfera soporífera recubren a “HCTC“, aunque si bien hay excepciones como la ya mencionada Finally Alone y la no muy lograda: “Choo, Choo“— un pequeño número funky.
El canta autor no estuvo más de dos semanas grabándolo, produciéndolo y mezclándolo en su estudio hogareño. Y no volvió a escucharlo desde entonces. Tampoco quiso. La intención era justamente esa: el fluir de las ideas, plasmarlas desnudas, sin pretensiones y dejarlo allí en el aire para quien quiera oir.
Está claro que Mac decidió abandonar toda parafernalia alrededor del personaje que tanto él como su público construyeron. Con el lanzamiento de Dog, Mac consiguió elevar aun más su status como el chico indie preferido de esta generación. En la actualidad, asentado definitivamente en Los Angeles y con su flamante nueva discográfica —”Mac’s Record Label“, desde donde lanzó Cowboy— Mac tiene menos de qué preocuparse. Pero deseamos que su “jizz jazz” no se agote de esta manera.
Calificación: 5.5/10
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